martes, 18 de marzo de 2008

Amores

...No se cuanto tiempo permanecí sobre mi cama llorando por el único amor de mi vida. Más tarde, oí los pisadas de mi padre subiendo las escaleras. Durante un momento volví a ser la niña que esperaba que la taparan y le dieran el beso de las buenas noches. Pero esta era una herida a la que ninguna frazada podía curar, de pronto sentí miedo de lo que diría papá. Miedo de que dijera: “pronto habrá algún otro amor” y que por siempre permaneciera entre nosotros esa falsedad. Porque en algún lugar profundo de mi ser yo ya sabía que ni pronto ni jamás habría otro igual. Junto con entraron los recuerdos y las ganas de ser una niña otra vez, y por supuesto el no pronunció aquellas palabras falsas y ociosas. En cambio dijo: -¿sabes que es lo que hiere tanto? Es el amor. El amor es la fuerza mas poderosa del mundo, y cuando se la bloquea produce dolor. Y añadió: -Hay dos cosas que podemos hacer cuando esto sucede. Podemos matar al amor de modo que deja de herirnos. Pero, por supuesto una parte de nosotros también muere. O podemos, pedirle a Dios que abra otra puerta para que ese amor viaje. Dios ama a esa persona que perdiste mucho más de lo que la amás vos, y si le pedís, El te dará su amor, un amor que nada puede impedir, que nada puede destruir. Siempre, cuando no podamos amar en la forma humana tradicional, Dios puede darnos la forma perfecta...

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